Por: Pamela Huerta y Alexis Revollé
22/10/2020

Capítulo 4. - Panorama post pandemia

Voces para un cambio

Frente a un delito tan complejo como la trata de personas, la pregunta sobre qué hacer parece un reto imposible. Sin embargo, es necesaria la exposición de perspectivas sobre el futuro de este problema, sobre todo en un contexto como el que condiciona la actualidad, en un momento en el que parecemos más conscientes que nunca de las limitaciones de nuestro país. Por ello, La República consultó a tres especialistas con experiencia en el tema, a fin de conocer su visión acerca de la gigantesca y todavía incompleta tarea por erradicar la trata.

Katherine Sarmiento - Socióloga y cofundadora de Infotrata

“Por un lado, es cierto que hay que fortalecer los mecanismos de persecución del delito y sanción, que es donde se está yendo el presupuesto del Estado. Sin embargo, otra de las aristas menos abordadas tiene que ver con la prevención. Y eso es bastante amplio porque tiene que ver con la prevención concreta del delito, pero también está la prevención de los factores que hacen posible que ocurra un fenómeno como la trata de personas. En principio, los estudios al respecto nos dicen que es un problema que va más allá de la figura legal, es decir, no podemos hablar de trata de personas sin hablar de todo un contexto que hace posible la explotación laboral, sexual y otras modalidades. Entonces, podríamos concientizar a las personas sobre por qué es importante denunciar, pero si seguimos teniendo un sistema precario en el mercado laboral, con alto nivel de informalidad, con muy poca capacidad del Estado para fiscalizar, y en el marco también de una sociedad machista, vamos a seguir pensando que es normal que ocurra este tipo de explotación. Una sociedad que normaliza la explotación es un caldo de cultivo para la trata de personas. Sin duda la vulnerabilidad es un factor, pero también hay un Estado que se hace de la vista gorda con este tipo de situaciones. Dicen que luchan contra la trata pero normalizan las medidas que precarizan los derechos laborales. Lo que hacen con la mano lo borran con el codo”.

Rosario López Wong - Coordinadora nacional de las Fiscalías Especializadas en Delitos de Trata de Personas

“La trata no existe por ella misma, coexiste con otras formas criminales que la alimentan y construyen una especie económica-delictiva en redes familiares y delincuenciales. La presencia del Estado ha sido nula o poco visible, tanto así que otras instancias se han dado cuenta del problema. Por ejemplo, el Ministerio de Salud o Promsex, que con el tema del cuidado y salud sexual reproductiva pudo percatarse de la situación de muchas mujeres que supuestamente eran trabajadoras sexuales por su voluntad pero realmente eran víctimas de explotación y trata. El tema de la corrupción también sostiene a la trata. Donde una víctima traspasa una frontera o está en un local público que no lo merece nos lleva a que hay funcionarios corruptos que están involucrados con la trata: omiten sus funciones o los corrompen. Hay que luchar contra todo eso”.

Ricardo Valdés - Director ejecutivo de la organización CHS Alternativo

“Tenemos tres factores a vencer: alta impunidad, alta corrupción y alta informalidad. En todo esto hay un componente importantísimo y es lo que destina el Estado para enfrentar el delito. Se puede luchar contra la trata si yo tengo un Estado eficiente, con una Policía que está en todas partes, con el Ministerio Público bien financiado que tenga Fistraps en todo el país, que tenga municipios consolidados. ¿Existe eso? Lamentablemente no. Tenemos 1.800 gobiernos locales. De esos, ni siquiera el 5% tiene planes contra la trata. Lo que invierte el Estado peruano es un presupuesto ridículo. Nuestros cálculos indican que al menos se requieren 96 millones para pasar raspando el Plan Nacional Contra la Trata en 2021, pero en 2020 no llegamos ni siquiera a los 5 millones. Nosotros siempre hemos dicho que la trata es un problema de seguridad ciudadana. Así como el narcotráfico es un problema de seguridad ciudadana, la explotación de cualquier ciudadano también lo es. Si eso no se empieza a entender desde los gobiernos locales, poco se va a poder hacer. Desde ahí tiene que surgir, no solamente me refiero a los Ministerios, sino también a los municipios. Ahí hay cero comprensión. El Estado nacional debe hacer un esfuerzo por hacer entender a los alcaldes y a sus consejeros. No hay conciencia de eso. Más bien hay un nivel de tolerancia por parte de las autoridades y los propios ciudadanos.”.