Maneras de fortalecer un negocio sin caer en asistencialismo
El emprendimiento se ha convertido en un medio de vida para muchos ciudadanos
venezolanos que residen en Perú en la actualidad. La posibilidad de acceder a financiamientos
y capacitaciones es posible gracias a diversos programas impulsados por organizaciones no
gubernamentales y organismos internacionales.
Recibir acompañamiento, asesorías y en ocasiones un capital semilla impulsan a los
emprendedores a querer llevar esa idea de negocio que tienen a otro nivel.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha apoyado a negocios de venezolanos y
venezolanas en el país. En la lista de impulsadores también destaca la Escuela de Soñadores,
un programa de la ONG de venezolanos en Perú.
Casos de personas en extrema vulnerabilidad que buscan avanzar a través de una propuesta
de negocio son identificados por Acnur en Perú, señaló su representante, Federico Agusti.
“Se brinda orientación en general y luego se hace un curso formativo para ver cuáles son las
capacidades empresariales. Se desarrolla un plan de negocio y allí lo que hacemos es dar un
capital semilla, que puede ser de S/ 2.000 a S/ 3.000 soles (entre 557 dólares y 836 dólares). A
veces, el capital es destinado para reforzar el trabajo que ya venían realizando”, explica.
Agusti destaca que las propuestas que se desarrollan en el país por parte de la comunidad
venezolana son muy diversas. Los emprendimientos están asociados en su mayoría a las
manualidades, gastronomía (incluye repostería, panadería, comida rápida y pastelería),
peluquería y cosmetología, reparación de equipos y accesorios.
El propósito de insertar a esta población al sistema financiero y que se generen espacios de
comercialización también es la función que brinda la Escuela de Soñadores que se ha
establecido en Lima desde hace tres años.
La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha financiado varios
programas como el Proyecto de Inclusión Económica, que se ha reflejado en una serie de
capacitaciones, mentoría y apoyo económico.
Anaisabel Valarino, directora de la Escuela de Soñadores, detalló que en una primera edición
han atendido a 66 mujeres y hombres venezolanos. En la segunda convocatoria recibieron 400
personas con distintos emprendimientos.
“Lo más importante de este proyecto es que hay un acompañamiento cercano, una mentoría
y coaching para que puedan aprovechar la formación y llevar su idea a otro nivel, pero no es
entregar un capital semilla sin ningún acompañamiento. En realidad, allí estaríamos siendo
muy asistencialistas y lo que buscamos es fortalecer las capacidades empresariales”,
sostiene.
Más allá de estar interesados en los apoyos económicos que pueden otorgar las diferentes
organizaciones internacionales establecidas en el país, Valarino indica que el ciudadano
venezolano que llega a la escuela quiere saber cómo triunfar con su negocio en un mercado
que desconoce.
Para Román Pizzolante, director de la Cámara Venezolano Peruana (Cavenpe), la migración
venezolana debe ser vista como una oportunidad en los países que la reciben.
La organización que lidera nació como una iniciativa de un grupo de empresarios venezolanos
que residen en Perú en medio de la pandemia de la COVID-19. El propósito es generar espacios
de oportunidades, networking, representación y asesoría.
“Tenemos la tarea fundamental de hacer un censo con la cantidad de empresas venezolanas
en Perú y medir su impacto en la sociedad”, precisa.
La Cámara no solo busca aglutinar a empresarios y ejecutivos, sino a los emprendedores que
quieren ser reconocidos por lo que hacen y el valor que pueden ofrecer a la nación.
“El emprendedor está buscando cómo hacer crecer su negocio y necesita conocer gente,
demostrar qué hace y conocer el entorno”, añade Pizzlante.
Cavenpe agrupa a 19 empresarios y emprendedores hasta la fecha. Busca identificar las
propuestas de valor con capital venezolano y consolidarse como las cámaras de comercio
japonesa y española que ya están establecidas en el país desde hace muchos años.