Germán Málaga: “Hay un entusiasmo desmedido en relación a las candidatas a vacuna”

Por: Alexis Revollé
22/10/2020

Para el doctor Germán Málaga, la crisis sanitaria nos hizo estallar en la cara la necesidad por recuperar nuestros sistemas de salud y de educación. Su visión es la de un médico que, desde su labor en el hospital Cayetano Heredia y en los ensayos clínicos de la vacuna de Sinopharm, prefiere no prometer certezas y apenas tiene algo claro: continuará trabajando en el área COVID-19 hasta el último día de pandemia.

En setiembre iniciaron los ensayos clínicos de la potencial vacuna contra la COVID-19 desarrollada por la empresa china Sinopharm. Desde entonces, un equipo de científicos peruanos, liderado por investigadores de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), trabaja para encaminar la esperanza que hoy en día une a buena parte de la población mundial: alcanzar un mundo en el que el coronavirus no sea sinónimo de muerte.

El doctor Germán Málaga es uno de los integrantes de este grupo, y además ha sido parte del personal médico que atendió a pacientes con el virus desde que estalló la pandemia. Conoce de cerca los estragos de la emergencia sanitaria y ha experimentado en carne propia -como muchos de sus colegas- el abandono del sistema de salud que ahora nos ha costado miles de vidas. Para él, la lección más importante que deja esta enfermedad es que, en el Perú, salud y educación todavía son cuentas pendientes. Sostiene, además, que el entusiasmo ante las candidatas a vacuna por momentos resulta excesivo. En esta entrevista, también repasa la situación actual de nuestro país frente a la pandemia y comenta el complicado escenario que viene por delante, enfatizando el inmenso reto de reconstruir los cimientos de un sistema de sanidad que durante décadas se cayó a pedazos.

Sin certezas: la vacuna contra la COVID-19

Desde hace unas semanas usted y su equipo vienen trabajando los ensayos de la vacuna de Sinopharm. ¿Cuál es la situación actual del proceso?

Tenemos ya 2.500 vacunados en la primera vuelta y 300 en la segunda. En dos semanas deberíamos completar los 3.000 con dos dosis completas. San Marcos viene dos semanas detrás de nosotros, por diferentes motivos. Pero ahí estamos avanzando.

¿Qué diría a las personas que esperan una vacuna que funcione para el verano del próximo año?

Que no hay certezas. El escenario ideal sería que varias funcionen, y no solo eso sino que además sean logísticamente sencillas de manejar. Con la vacuna china, lo que nosotros tenemos es una vacuna que logísticamente no significaría ningún problema dado que ya sabemos manejar su mecanismo de preservación de cadena de frío. No habría nada adicional para poder ponerla en práctica. Hay otras vacunas que necesitan mecanismos más complejos que sí implicarían grandes problemas. Por otro lado, el hecho de que los estudios de fase dos demuestren que aumenta los anticuerpos, no significa que vayan a funcionar en los ensayos clínicos. Si bien esperamos que esta sea la solución, aún hay incertidumbre sobre si el beneficio va a ser tan directo o tan rápido.

No hay certezas. El escenario ideal sería que varias funcionen, y no solo eso sino que además sean logísticamente sencillas de manejar

A veces pareciera que hay más entusiasmo que información real sobre la implementación de las vacunas.

Lamentablemente, lo que conocemos de este virus no alienta ese entusiasmo. Es un virus que tiene un tiempo de inmunidad relativamente corto, se caen los anticuerpos a las pocas semanas. Es posible que las vacunas despierten mayor inmunidad, pero no se puede saber cuán mayor va a ser. Son varias situaciones ideales o hipotéticas que estamos sumando. No estoy seguro de que se vayan a dar todas juntas, de repente se da una y no todas, pero sí creo que hay un entusiasmo desmedido en relación a las candidatas a vacuna.

¿Cómo le explica el procedimiento a alguien que no conoce sobre ciencia? Le he escuchado decir que se inocula el virus inactivo, pero esto podría asustar.

La vacuna consiste en un virus que ha sido desactivado completamente y ese es el virus que se infunde. En realidad, es el mecanismo más simple y más seguro que se conoce. Tanto así que se puede usar en embarazadas o adultos mayores, porque es un virus que no contagia. Una vez que está dentro del organismo, el cuerpo humano desarrolla todos los mecanismos de defensa, de identificación del virus. Lo desintegra y genera los anticuerpos en forma clonal, para atacarlo.

Creo que hay un entusiasmo desmedido en relación a las candidatas a vacuna.

Se lo preguntaba porque hemos visto en estas últimas semanas algunos tropiezos en la implementación de ciertas candidatas a vacuna. La de Oxford, por ejemplo, se retrasó por un problema con una mujer vacunada en el Reino Unido. ¿Siempre hay una posibilidad de que algo falle?

Por la prevalencia poblacional de algunas enfermedades raras, puede darse el caso. Por ejemplo, la mielitis transversa se da en el mundo por cada 30.000 o 50.000 personas, sin que haya vacunas de por medio. Entonces si tienes vacunadas a 30.000 personas, puedes tener alguno que se infecte. Y no necesariamente todos los efectos adversos que se vean van a ser atribuidos a la vacuna. Lo que se hace es evaluar la situación y verificar los efectos que puedan atribuirse. En realidad, eso fue lo que se hizo [con la vacuna de Oxford]. Hay un comité internacional de expertos que evalúan la información que se está generando y deciden que el estudio siga o no.

Y ustedes no pueden garantizar que la vacuna funcione, pero sí que los ensayos se desarrollen de forma segura, ¿verdad?

Hay una diferencia de roles entre el fabricante de la vacuna y nosotros. Nuestro rol es llevar los ensayos de la manera más confiable posible. Nosotros trabajamos para que los resultados de los exámenes sean confiables, pero no podemos ir más allá porque no hemos hecho la vacuna.

Desinformación y pandemia

Usted ha expresado que faltó énfasis por parte de las autoridades en admitir que no existe tratamiento contra el coronavirus. ¿Cómo llevar este mensaje a la gente en medio de tanta desinformación?

He visto incluso alguna prensa, que alguna vez he pensado que es seria, levantando reportajes sobre los resultados del tratamiento. Pero lo que hemos visto en los hospitales es lo contrario. Hemos visto a pacientes a los que les han dado corticoides en el primer día, antibióticos y por supuesto también el combo de hidroxicloroquina e ivermectina. La persona llega mal y hay que decirle que hace cinco días necesitaba ir por oxígeno. Por ese empecinamiento en usar esquemas de tratamiento que en ninguna parte del mundo se están usando, se pierden cinco días que se han podido aliviar. Esos combos que la gente cree que funcionan y salen en reportajes con médicos que los confirman son mentira. No funcionan. Por eso creo que, a pesar de las vacunas, tenemos que seguir siendo enfáticos y decir que no hay tratamientos demostrados. Ojalá hubiera. A la luz de lo que estamos viendo, hay poblaciones enteras, alcaldes, gobernadores y médicos que han recomendado ivermectina, por ejemplo.

¿Dónde ha visto esto con mayor gravedad?

La prevalencia de infecciones por COVID-19 son mayores, por ejemplo, en el caso de Ica. Es mayor que la media nacional, y en Ica claramente ha habido influencia del uso de ivermectina de forma masiva. Para este tipo de infecciones lo que debe primar es evitar infectarse. Yo entiendo que la gente está harta, pero no queda otra. Puede sonar duro decirlo, incluso para nosotros. Tomemos mayo como punto de referencia a partir del cual los hospitales empezaron a estar colapsados. Son seis meses de trabajo intensivo, exponiéndonos, y en contrapartida ves que la gente no toma con seriedad el hecho de evitar infectarse.

¿Por qué nos ha hecho tanto daño la sobremedicación?

Primero, porque retrasa el tiempo. También hay muchos pacientes sobremedicados o con tres antibióticos que pueden desarrollar bacterias. Por ejemplo, en el hospital [Cayetano Heredia] ahorita tenemos un brote de gérmenes multirresistentes, que se ha generado básicamente por la actitud de esas personas. El comportamiento suele ser que a raíz de un síntoma de COVID-19 como el dolor de garganta, a la persona le dan un antibiótico. Al tercer día, como sigue el dolor, le cambian el antibiótico. A los cuatro o cinco días más, le cambian otra vez. Ese uso lo que genera es un clima de resistencia, entonces la persona llega al hospital con bacterias que se han acostumbrado a los antibióticos. Y no son antibióticos simples, son intramusculares que no sé dónde los consiguen. La gente se embute de ellos, los médicos los recetamos, pero es una infección viral, y las infecciones virales no responden a los antibióticos. A muchos se les ha ocurrido que tenemos que hacer algo porque la gente se muere, pero esas muertes se dan por los mismos excesos de tratamiento.

¿Cómo hacer frente a todo ello?

Tiene que haber un mecanismo de comunicación más importante. Si los llamados a dar consejos apropiados salen a decir en los medios que tienen tratamientos mágicos y maravillosos que van a funcionar, ¿qué se espera de un poblador si ve a un doctor eminente decir eso con vehemencia? Hace un par de semanas veía un dominical donde salía un doctor que decía haber implementado una estrategia para enfrentar la COVID-19. Después eso se retuitea y evidentemente alguien que no tiene una formación médica va a sentirse presionado a tomar esos medicamentos. Y no se está teniendo en cuenta que la gente no solo va a tomar la ivermectina, sino que va a ver como lícito tomar otras cosas, incluido el cloro. Hay una falta de visión, de mecanismos comunicacionales apropiados, de transmitir lo que realmente sabemos y no basar la medicina en lo que me funcionó o lo que a mí me parece. La ciencia no se basa en eso, se basa en desarrollar mecanismos que permitan confiabilidad en relación a las decisiones que se toman.

Una deuda aún pendiente con la ciencia y la salud

Hablando de ciencia, es imposible olvidar a un Edward Málaga o a un Mirko Zimic pidiendo financiamiento para seguir adelante con sus proyectos. ¿Qué siente usted al ver estas situaciones? ¿Cree que hay un desdén por parte de las autoridades peruanas respecto al desarrollo científico?

Cuando empezó esta pandemia, éramos los que menos camas UCI teníamos y uno de los países que invertía menos en salud. Y claro, hubo una serie de dificultades, y creo que en todos los flancos hay necesidades. No sé si siempre hubo un desdén, pero sí un desinterés por el desarrollo científico y tecnológico en el Perú, un desinterés por construir un sistema de salud inclusivo, universal, sólido, que ahora con la pandemia nos ha estallado en la cara. En Lima no se construían hospitales hace más de 25 años. Si bien EsSalud ha sido más activo y ha tenido más recursos, el Minsa no construye hospitales con UCI hace varias décadas. Recién ahora ha empezado a construir a raíz de la demanda, y eso es señal de que sí se pudo haber hecho antes. Lo que se ha dado durante décadas es que el Minsa se ha ido reduciendo hasta su mínima expresión, y ahora vemos que eso ha sido un error.

En seis meses habrá elecciones generales. Luego de lo sucedido durante la pandemia, ¿qué deberíamos exigir a los próximos gobernantes en campos como la ciencia y la salud?

Todo país que pretenda ser desarrollado y justo debería tener un sistema de salud universal de calidad. Eso creo que debería ser lo primero, y se deberían conjugar esfuerzos de todas las instancias para que ese sistema garantice que tenga la misma posibilidad de atención la persona de menos recursos que la de mayores recursos. Y que en ambos casos la atención sea confiable, de alta calidad, amable, resolutiva. A eso tenemos que apuntar. ¿Cómo hacerlo? Tenemos que empezar a apostar por la salud pública. Existen varios modelos que podemos copiar, pero siempre preferimos copiar los más mercantilistas.

No sé si siempre hubo un desdén, pero sí un desinterés por el desarrollo científico y tecnológico en el Perú, un desinterés por construir un sistema de salud inclusivo, universal, sólido.

¿Qué modelos serían adecuados para usted?

Sin entrar en temas políticos ni de tendencias, creo que debemos copiar modelos que aseguren que todas las personas, por el hecho de ser peruanos, tengan derecho a que se les dé una atención no solo amable sino sobre todo de alta calidad. En eso debería haber un consenso. Creo que ya es tiempo de que los objetivos que eran declarativos, tengan que convertirse en acuerdos nacionales, y que se establezcan modelos en el tiempo, no importa quién venga [a gobernar]. Y si se hacen cambios que sea con mayores resguardos de aprobación de la población. Que no haga cada uno lo que se le ocurre. Porque si nos damos cuenta hemos pasado del debilitamiento del Minsa a los centros de atención temporal de las municipalidades, los de la Solidaridad. Eso, en realidad, respondía a una necesidad, pero no fue una solución. A la larga, vimos que la cura fue peor que la enfermedad. Y así hemos venido dando tumbos sin tener un horizonte claro.

A partir de su trabajo diario en el hospital Cayetano Heredia, ¿siente que se están construyendo las bases para ese ideal de salud?

Creo que no. Desde el punto de vista de la infraestructura se ha avanzado muchísimo, y esa es una de las cosas que ha hecho bien el Minsa. Pero los cambios estructurales, la burocracia del Minsa, es algo que sigue pendiente. ¿Cómo es posible que, estando en pandemia, necesitando respuestas de tratamientos, los investigadores tengamos que pagar los seguros para poder hacer nuestros estudios? Una cosa tan simple como que el Estado pague las pólizas de seguros para los pacientes no se da, y los estudios se quedan truncos porque no tenemos las facilidades. O también hasta ahora seguimos viendo este divorcio entre lo privado y lo público, con todas estas declaraciones y contra declaraciones que han generado tanto movimiento en redes, cuando en otros países eso ni se ha discutido. Incluso en países que tienen modelos más abiertos de mercado, como Chile. Simplemente el Gobierno ha actuado de acuerdo a las necesidades de la población y se acabó, sin que nadie haya dicho que pueda ser un dictador o una cosa de esas. Y claro, nos falta también civismo, solidaridad, generosidad. La gente sentía que porque se iba a poner a disposición las clínicas iban a perder sus privilegios, sin ponerse a pensar que del otro lado había gente esperando con su balón de oxígeno para ser atendida. Ese tipo de desigualdades y esa falta de empatía con el prójimo, creo que ha sacado también la pandemia. Eso como sociedad nos hace mucho daño, y es un reflejo de que no tenemos las mejores bases para avanzar.

¿Cómo es posible que, estando en pandemia, necesitando respuestas de tratamientos, los investigadores tengamos que pagar los seguros para poder hacer nuestros estudios?

Lecciones urgentes tras la crisis

¿Cuál es para usted la lección más importante que nos deja la pandemia?

Que nada reemplaza a la salud y la educación. Creo que la causa de nuestro problema ha sido que tenemos una educación deficiente y una salud marginada. Sin salud y educación hemos sido presa fácil de esta pandemia. Ese tiene que ser el objetivo nacional. Edward Málaga puso en Twitter que sin ciencia no hay futuro. Yo iría más allá. Yo creo que sin salud ni educación no hay futuro. Sin eso seguiremos siendo un Estado fallido.

Me decía hace un momento que en la ciencia no hay certezas. ¿Cómo hace para levantarse diariamente y seguir trabajando pese a que la candidata a vacuna podría no funcionar? ¿Cómo continuar con optimismo pese a la incertidumbre?

Creo que intentando hacer cosas. No estancarnos en lo que tenemos, intentando cambiar. En realidad, es bien duro. Yo me he quebrado varias veces. Sueño con los pacientes que he atendido y que me reclaman que hubiera podido hacer más. Para el personal de salud en general son tiempos bien complicados. Pero creo que nos hemos ido haciendo resilientes. No sé, no tengo una respuesta muy clara. La resiliencia, por un lado, y por otro intentar hacer cosas. En el hospital seguimos trabajando, hemos implementado un servicio de alto flujo que es el más grande del Perú, e intentamos ayudar a la gente de allí. Además, hay mucha gente joven con ganas de hacer las cosas. Y en nuestra propia resiliencia, hacemos cosas que son buenas para los pacientes, pero también para nosotros.

Nada reemplaza a la salud y la educación. Creo que la causa de nuestro problema ha sido que tenemos una educación deficiente y una salud marginada.

¿Podría relatar alguna anécdota?

Por ejemplo, en el hospital hemos implementado lo que se llama la “Mejor hora del Día”. Como todas las altas son a las 5 de la tarde, a esa hora salimos y despedimos a los pacientes, con globos, con afiches, los aplaudimos. Y eso que hicimos para los pacientes, en verdad luego nos dimos cuenta de que era un agasajo para nosotros. Después dijimos: oye, eso es para nuestra propia moral. También están los esfuerzos de la gente. En este hospital modular, por ejemplo, todos los días hay pasacalles. ¿Quiénes los arman? Los propios trabajadores de limpieza, donde la mayoría son venezolanos, migrantes. Se pintan de colores con su alegría característica, pasan bailando por los pasillos, son gente que viene a entregar su humanidad por personas que ni siquiera son de su nacionalidad. Creo que esas son las cosas que te van fortaleciendo y hacen que tú tampoco puedas quebrarte.

En estos días se dice que hay menos casos, menos muertes, que lo peor ya pasó en el país. ¿Qué percibe usted en su labor diaria?

Sí ha bajado. Mi trabajo no ha bajado porque yo estoy en un área exclusivamente COVID-19, que va a cerrar el último día de la pandemia. Pero había varios servicios que se han ido cerrando. Yo diría que ya solo quedan 30% de las camas designadas para COVID-19 en el pico de la pandemia. Claramente ha bajado. Hoy ya se están atendiendo otras patologías que habían sido dejadas de lado. Si bien en el área donde trabajo se siguen concentrando los casos, desde un punto de vista de estructura hospitalaria, los casos se han reducido en un 60%, y esperamos que eso siga.